¿Quién es Bediüzzaman Said Nursi?
LA MARAVILLA DE LA ÉPOCA
Bediuzzaman Said Nursi nació en 1873 en Nurs, pueblo ubicado al este de Anatolia, del cual tomó su nombre: Nursi. Recibió su educación básica bajo la tutela de los maestros más distinguidos de dicho distrito. La notable inteligencia y extraordinaria capacidad de aprendizaje que mostró desde muy temprana edad le hicieron popular entre sus maestros, compañeros y personas próximas. A la edad de dieciséis años dejó sin palabras a distinguidos eruditos que le habían invitado a un debate (práctica común entre estudiosos). Esto ocurrió varias veces más con diversos grupos de académicos, motivo por el cual comenzó a ser designado Bediüzzaman (La Maravilla de la Época).
El tiempo que pasó educándose le sirvió para preparar su mente para el momento en el que el mundo entrara a una época nueva y diferente, en donde la ciencia y la lógica prevalecerían y el sistema educativo teológico tradicional sería insuficiente para resolver los dilemas sobre el Qur’an y el Islam. Llegó a la conclusión de que, al igual que las ciencias religiosas debían ser enseñadas en las escuelas modernas, de la misma forma las ciencias modernas debían enseñarse en las escuelas religiosas. De esta manera, decía, “en la escuela las personas estarán protegidas de la incredulidad, así como de la causa del fanatismo”. Con esta idea se trasladó en dos ocasiones a Estambul – una vez en 1896 y la segunda en 1907 – en donde intentó convencer al Sultán de establecer una universidad en Anatolia, en la que se enseñarían conjuntamente ciencias religiosas y modernas. Sin embargo, la dureza de los términos usados durante su conversación con el Sultán produjo su enjuiciamiento ante un tribunal militar, juicio durante el cual tampoco dudo en utilizar la misma firmeza. Alarmados por esto, los jueces militares plantearon la posibilidad de enviarlo a un hospital psiquiátrico, pero el médico que le examinó escribió en el reporte: “¡Si hay un grano de locura en Bediuzzaman, entonces no debe haber una persona sana en todo el mundo!”.
La Primera Absolución
El ser objeto de acusaciones en contra de su meta y su propósito fue, de hecho, una característica constante del destino de Bediuzzaman. Aunque estaba arrestado cuando tuvieron lugar los grandes disturbios del 31 de marzo de 1909, fue enjuiciado por un tribunal militar, acusado de incitar la importante asonada. Esto a pesar de que él mismo había intentado, y en parte ideado, una forma de apaciguar los sucesos. Bediuzzaman hizo una defensa heroica al mismo tiempo que los cuerpos colgantes de los convictos ajusticiados se observaban a través de las ventanas del salón del Consejo de Guerra, y al fin fue declarado inocente.
Después de la primera fase de una serie de absoluciones, Bediuzzaman Said Nursi regresó al oriente de Anatolia, visitando las provincias más remotas y explicándole a las personas que el movimiento libertario que comenzaba a surgir en el país no iba en contra del Islam. Les dijo que todas las formas de dictadura eran rechazadas por las Leyes Sagradas, las cuales serían su alimento y manifestarían sus virtudes en un ambiente de libertad. Estos discursos fueron reunidos más adelante en un libro titulado “Debates”.
En el invierno de 1911, Bediuzzaman fue a Damasco y presentó un sermón en la Mezquita Omeya, frente a una audiencia que incluía a cien reconocidos eruditos, explicando que la verdadera civilización, contenida en el Islam, prevalecería en el mundo moderno. Después marchó de nuevo a Estambul con el propósito de continuar sus esfuerzos por establecer una universidad en el este de Anatolia. Acompañó al Sultán Reshad en su viaje a Rumelia, en calidad de representante de las provincias orientales. Mientras estaban en Kosovo, donde el Sultán había planeado establecer una universidad, Bediuzzaman le manifestó que “el este está más necesitado de una, ya que es el centro del mundo musulmán”. Convenció así al Sultán Reshad de asignarle diecinueve mil liras de oro, tras lo cual se dirigió a Van y estableció las bases de la universidad. Desafortunadamente, la obra no llegó a ser finalizada debido al inicio de la Primera Guerra Mundial.
El Temor de Los Rusos
Bediuzzaman Said Nursi sirvió en la Primera Guerra Mundial como comandante del Regimiento de Voluntarios en el frente del Cáucaso y en el este de Anatolia. El heroísmo que demostró en combate causo gran admiración entre los generales del Ejército Otomano, incluyendo a Enver Pasha, ministro de Defensa y Diputado, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Otomanas. Juntamente con sus voluntarios, conocidos como “Las Gorras de Fieltro”, llenó de terror a las fuerzas rusas y armenias. Entre tanto redactó su célebre comentario sobre el Qur’an en idioma árabe, escribiendo en ocasiones a caballo, algunas veces en la línea de frente y otras en la trinchera. Este comentario, titulado “Signos del Milagro”, fue muy apreciado por sabios eminentes.
En una de las batallas en contra de las fuerzas invasoras rusas, Bediuzzaman y otros noventa oficiales fueron capturados. Fue enviado al campo de prisioneros de Kostroma, al noreste de Rusia, en dónde paso más de dos años. En una ocasión tuvo que comparecer ante un pelotón de fusilamiento, como consecuencia de ofender al general ruso Nicola Nicolaevich, comandante en jefe del frente del Cáucaso y tío del Zar. Un día en el que el general asistió al campo de prisioneros para la inspección, Bediuzzaman no se puso de pie ante el general cuando este pasó su lado. Al preguntar a Bediuzzaman la razón por la que no lo había hecho, lo explicó con estas palabras: “Soy un erudito musulmán y poseo fe en mi corazón. Quién tiene fe en su corazón es superior al que no la tiene. No puedo actuar en contra de mi creencia”.
Fue llevado ante el tribunal y sentenciado a muerte, mas cuando debía ser ejecutado, dio comienzo delante del pelotón de fusilamiento a su última obligación: su oración. El general presenciaba la escena y fue hasta Bediuzzaman, esta vez para disculparse. Le dijo que solo entonces se había dado cuenta de que el acto de Bediuzzaman había sido resultado de su adherencia a su creencia. La condena fue retirada y el general pidió disculpas por haber perturbado a Bediuzzaman. Tristemente, esta virtud en un ruso, enemigo por mucho tiempo de los musulmanes, nunca fue mostrada hacia Bediuzzaman en su tierra natal por aquellos que le causaron una vida llena de tormentos de todo tipo.
En Contra de Las Fuerzas Británicas
Bediuzzaman encontró una forma de escapar en medio de los grandes disturbios causados por la revolución comunista, y regresó a Estambul en 1908 después de un largo viaje. Fue recompensado con una medalla de guerra y Enver Pasha, ministro de Defensa, le ofreció algunas posiciones en el gobierno, pero él rechazó todas estas ofertas de honores. Sin embargo, a sugerencia del ejército y sin su conocimiento, fue asignado al Dar al-Hikmat al-Islamiya, la academia religiosa de la época. Él no rechazo este nombramiento ya que se trataba de una posición meramente científica.
En 1922, ante las repetidas invitaciones del gobierno, que declinó dieciocho veces, Bediuzzaman Said Nursi marchó a Ankara y fue recibido en la Gran Asamblea Nacional con un acto ceremonial.
Sin embargo, no pudo hallar en Ankara lo que había previsto, sino que más bien observó que la mayoría de los Representantes eran negligentes en sus obligaciones religiosas. El 19 de enero de 1923 escribió una valoración de los Representantes, resultado de la cual cincuenta de sesenta de los Representantes comenzaron a rezar.
Bediuzzaman pasó ocho meses en Ankara y luego partió con destino a Van. Por dos años vivió allí en reclusión y sólo se consagró a la meditación y a la oración. Entre tanto ocurrieron los desafortunados acontecimientos conocidos como “la Rebelión del Este”. Los rebeldes buscaron la ayuda de Bediuzzaman, ya que él ejercía una fuerte influencia sobre las personas, pero Bediuzzaman se rehusó a sus peticiones, diciendo: “La Espada debe ser usada contra el enemigo externo y no contra nuestro propio pueblo. Abandonen su intento, pues está condenado al fracaso y puede causar la aniquilación de miles de hombres y mujeres inocentes por algunos pocos criminales”. Una vez más Bediuzzaman fue acusado falsamente y enviado al exilio en Burdur, en la Anatolia occidental. Allí fue mantenido bajo estricta vigilancia y opresión, pero esto no le impidió enseñar las verdades de la Fe a las personas que se encontraban a su alrededor, ni recopilar secretamente sus escritos en un libro. Sus actividades fueron reportadas a Ankara y, más adelante, se urdió un plan para acallarlo. Le enviaron a Barla, un lugar remoto rodeado de montañas en el centro de Anatolia, con la idea de que Bediuzzaman eventualmente moriría allí de impotencia y la soledad.
El Surgimiento del Risale-i Nur
Lo cierto es que la propagación de las verdades de fe no debería haber causado alarma, ni debía haber sido considerada un crimen al punto de propiciar que se concibieran planes atentar contra la vida de un hombre. ¡Y, sin embargo, bajo las circunstancias de la época fue considerado un crimen imperdonable! Esto debido a que en aquellos días el despotismo se había abatido sobre la nación con toda su oscuridad y pavor: Se había impuesto una prohibición contra el llamado a la oración (Adhan); cientos de mezquitas eran utilizadas para asuntos poco religiosos; se tramitaban planes para cercenar todo aquello que conectara a la nación con su pasado y con sus valores morales: y la sola mención de la religión era una cuestión de gran audacia. La cabeza del Departamento de Prensa del Gobierno podía ordenar a los editores de periódico cancelar en el término de diez días todos los artículos que directa o indirectamente mencionaran la fe, al “considerársela nociva por conducir al surgimiento del concepto de Religión en las mentes de la juventud”.
Tales fueron las circunstancias bajo las cuales Bediuzzaman Said Nursi entró en la segunda parte de su vida, que él llamó del “Nuevo Said”, y que estaba dedicada a la escritura y diseminación de las verdades de la creencia. Tomando como objetivo la reanimación de la fe, siendo esta la primera y más importante verdad del cosmos, Bediuzzaman afirmó: “le demostraré al mundo que el Qur’an es un sol espiritual que nunca se aplacará ni se extinguirá”. Y así lo hizo. Bediuzzaman no falleció en Barla, a dónde había sido enviado a morir aisladamente, sino que un nuevo Said emergió de allí, y con esto un sol de ciencia y cultura emergió sobre el mundo; uno que ha estado iluminando a millones.
En Barla a Bediuzzaman también le esperaban una opresión y una vigilancia pasmosa. Al parecer sus enemigos aún no habían conocido a aquel que en la Primera Guerra Mundial había sido el terror de los rusos, que en Estambul había escupido en la cara del británico que estaba en su búsqueda, y que regresó varias veces de la horca. Tuvieron en adelante aún más tiempo para conocerle, y al final tuvieron que admitir:
“A pesar de todo lo que hemos hecho durante los veinticinco años que han pasado, no hemos podido impedir a Said Nursi sus actividades”.
Bediuzzaman escribió tres cuartas partes de La Colección de Risale-i Nur durante los ocho y medio años que pasó bajo una opresión absoluta en Barla. Los ensayos escritos a mano se estaban multiplicando, aunque ni el autor ni sus estudiantes podían permitirse el pago de timbres postales. Y aun si hubieran podido, no tenían la libertad para hacerlo. Además, la escritura a mano no dejaba de ser una tarea peligrosa, pues estas personas eran torturadas en prisiones y estaciones de policía, buscando en cada intento impedir a la gente el contacto con Beiduzzaman.
600,000 Copias Escritas a Mano
Debe tenerse en cuenta que, en aquel tiempo, la escritura y difusión de literatura religiosa, era considerada nada menos que un desafío. De allí la lucha firme, valiente y constante que Bediuzzaman Said Nursi y sus estudiantes llevaron a cabo. Cuando se tienen en cuenta las circunstancias bajo las cuales se escribió y se difundió en Anatolia el Risale-i Nur, no es difícil entender lo acertado de las palabras de la reconocida escritora musulmana estadounidense Maryam Jameelah cuando dijo: “No es una exageración afirmar que si la fe islámica permanece en Turquía es debido a los esfuerzos incansables de Bediuzzaman Said Nursi”.
Ciertamente, aquellos que fueron instruidos por el Risale-i Nur en las lecciones de la Fe de la realización, reforzaron de tal modo sus creencias que lograron un coraje y un heroísmo inexpugnables.
Con Bediuzzaman como su líder, quien encarnó la personalidad espiritual del Risale-i Nur, aquellos cientos de miles, ahora millones de estudiantes de Nur, establecieron un modelo para los otros musulmanes y constituyeron un soporte para ellos en aquellos días peligrosos. Como valientes comandantes alentando el ejército con su talante. La fuerza de sus creencias y su continua lucha en contra de la incredulidad tuvieron vastos efectos en las personas, y eliminaron así el miedo y las dudas de los corazones. Levantaron la moral de la nación trayendo esperanza y alivio, y salvando a los musulmanes de desesperación.
Bediuzzaman fue arrestado en 1930 con 125 de sus estudiantes y se les juzgó en el Tribunal Penal de Eskishehir. Pasaron los once meses del juicio en la prisión de dicha ciudad, teniendo que sufrir suplicios insoportables. Fueron liberados la primavera siguiente pero no se les dejó en paz. Escoltado nuevamente por gendarmes (policía militar), Bediuzzaman fue enviado esta vez al exilio en otra ciudad, Kastamonu. Allí pasó los primeros tres meses en una comisaría de policía, siendo trasladado después a una casa en frente de la estación.
Bediuzzaman vivió en Kastamonu siete años, durante los cuales continuó escribiendo y difundiendo el Risale-i Nur. Debido a que tanto él, como sus estudiantes se encontraban privados casi totalmente de la libertad, establecieron su propia organización postal secreta denominada “Carteros Nur”. A través de los “Carteros Nur” 600,000 copias de los tratados Nursi fueron multiplicados a mano por otras personas de la ciudad.
En 1943 fue arrestado nuevamente y fue juzgado en el Tribunal Penal de Denizli junto con 126 de sus estudiantes. El motivo principal para ello fue que Bediuzzaman había escrito recientemente un libro concerniente a la existencia de Dios, el cual había sido publicado en secreto en Estambul.
Tampoco dentro de la prisión titubeó en continuar su servicio, tal como lo hiciera cuando estaba en el exilio. Rehabilitaba a criminales que eran considerados perdidos para la sociedad. Escribía nuevos tratados, pero ya que el papel y la pluma no se permitían en la prisión, los libros debían ser escritos en pequeños fragmentos arrancados de las bolsas de papel, y pasados como contrabando al exterior en cajas de cerillas. De esta manera se produjo el libro “Los Frutos de la Fe”. El juicio finalizó con una absolución unánime, pero esto no quiso decir que a Bediuzzaman se le devolviera la libertad, ya que por orden de Ankara fue enviado a otra ciudad, Emirdag.
La Absolución Que Llegó Demasiado Tarde
Emirdag fue para Bediuzzaman tal cual habían sido los otros lugares: De nuevo las pesquisas, las presiones y las maquinaciones, y a pesar de ello, un servicio incesante e incansable a la fe. Este período concluyó, como siempre, en su arresto. Bediuzzaman fue enviado al Tribunal Penal de Afyon junto con cincuenta y tres de sus estudiantes, pasando veinte meses en la prisión de Afyon. Las crueldades que allí enfrentaron fueron peores que las de todas las prisiones anteriores. Bediuzzaman tenía para entonces setenta y cinco años de edad y sufría de diversas enfermedades, pese a lo cual se le aisló en una celda con las ventanas rotas, en donde pasó dos severos inviernos. Por si acaso eso no fuera suficiente para matarlo, también lo estaban a envenenando. Cuando sufría los efectos del veneno, los estudiantes que se atrevían a acercarse con el propósito de ayudarlo eran cruelmente golpeados.
Las condenas fueron anuladas por la Corte Suprema, pese a lo cual el Tribunal se tomó un tiempo en resolver si retiraba o no la sentencia. Solo después de que Bediuzzaman y sus estudiantes cumplieron el tiempo especificado en las sentencias anuladas, el Tribunal resolvió su liberación.
La decisión final llegó ocho años después, en 1956, cuando la Corte anunció que, aquellos ha habían estado presos casi dos años en condiciones insoportables, ¡eran hallados ahora inocentes!
Tras la realización de las primeras elecciones libres y justas en Turquía en 1950 y el establecimiento del sistema pluripartidista, terminó el despotismo del Partido Popular Republicano, conocido por su actitud hostil hacia la religión. Las libertades comenzaron a ser reconocidas y se dio paso así a una nueva era en la historia de la República de Turquía: En la primera sesión del nuevo parlamento se levantó la prohibición que pesaba sobre el Adhan. En los años que siguieron Bediuzzaman solamente enfrentó un proceso judicial, que tuvo lugar en Estambul y fue el único en el cual no estuvo detenido, siendo declarado inocente por decisión unánime.
Con honor, dignidad y victoria
Así, después de completar una vida de casi un siglo, con cada minuto vivido dedicado al servicio de la Fe, Bediuzzaman Said Nursi se fue de este mundo en la mañana de 23 de marzo de 1960 pleno de honor, dignidad y victoria, dejando atrás un trabajo que iluminaría este siglo y los venideros. Un amor que sería trasmitido de generación en generación por toda la eternidad.